Jazz +Teatro
El centro Andaluz de
Documentación de las Artes Escénicas de Sevilla, abrió sus puertas, de nuevo,
otro martes, el cuarto en su programación de octubre, para deleitar a un pedazo
seleccionado aleatoriamente de la población, acogiendo al grupo “Cordelia” y
brindándoles la posibilidad de tocar en un escenario tan particular.
La agrupación de perfojazz,
cultivada en Sevilla, aunque de integrantes venidos de rincones varios, debe su
aroma a la cantante, y alma del grupo, Lola Botello. Voz y actriz del descaro,
que desde el comienzo de la actuación
dejó entrever su cercanía al lugar del evento, respirando con pasión, casi
podría decirse con delirio, el aire de un lugar en el cual investigó los
fantasmas y luces de un teatro, que ahora reside dentro de su corazón mismo.
Cada canción venía precedida de
una frase, un discurso, monólogo, escena… Teatro y cine, fundidos a unísono en
una sola voz. La infancia, el sexo, el miedo, la soledad, el amor, la lujuria,
la vida, en sí misma, son la columna vertebral de cada uno de sus fragmentos,
que seguidos de canciones populares o actuales, consiguieron aderezar y
completar el monólogo inicial. Lola es la voz, pero tanto Hugo Fernández,
guitarra, como Javier Delgado, contrabajo, o Nacho Megina, a las órdenes de la
batería, son parte indiscutible de un proyecto, que si no responde a una idea
innovadora en todas sus formas, consigue parecerlo, sin parecer vulgar o
procurar imitar nada antes llevado a cabo.
El silencio de los integrantes,
mientras la corista recita, desnudando sus piernas, su piel, su interior, es
parte de la melodía. El eco desacralizado del antiguo convento de Santa Lucía,
resuena a lo alto. El chirriar eléctrico de la guitarra, unido a una base
percusiva, corazón de un recién nacido, que renace y vuelve a renacer con cada
canción, mientras un réquiem in vitae resuena, de la garganta de la onubense,
que desde el comienzo de su canto, aleja la mente del oyente, que olvida el
lugar en que se encuentra, para reducirse al sonido.
Un público, sí, menudo, pero no
disminuido, contempla sentado la escena. Datar con una edad media, sería un
absoluto improperio, pues cuando la juventud no termina de agotarse en cada
viejo y nuevo tema, no hay más que un tono que distinga el que escucha: el del
amante de la música, y los pequeños instantes, que aunque breves, le ayuden a
esbozar una sonrisa.
Carta de jazz y teatro:
-A flower is a Loversome Thing (Billy
Strayhorn/Boris Vlan)
-Edmond (David Marnet)
-How Deep is the Ocean (Irving Berlin)
-Los días felices (Samuel
Beckett)
-O pato (Silva & Texeira)
-Roberto Zucco ( Bernard-Marie Koités)
-Waltz for Debbie (Bill Evans)
-Un tranvía llamado deseo
(Tennessee Williams)
-Do nothing till you hear from me (Duke
Ellington)
-Séptimo cielo (Caryl Churchill)
-Serenity (Joe Henderson/Lola
Botello)
Atentados contra su vida (Martin
Crimp)
-Mood Indigo (Duke Ellington)
-Las tres hermanas (Anton Chejov)
-Nica’s Dream (Horace Silver)
-La Mentira (Alvaro
Carrillo/Alejandra Pizarnik)
-Cancro (José Manuel Mora)
Just Squeenze Me (Duke Ellington)
-Bésame Mucho (Consuelo
Velázquez/Julio Cortázar)
Así que Pasen Cinco Años
(Federico García Lorca)
-Prelude to a Kiss (Duke Ellington)
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